Así que hoy necesito lidiar con el fracaso en el dominio más importante de mi vida: mis relaciones. Cuando veo mi historia, con amorosa curiosidad, me doy cuenta de que todas mis fallas y faltas tienen en común una herida fundamental. No sé cuándo ni cómo (esa será mi indagación durante el taller del 25 y 26 de marzo) yo aprendí que estaba mal "sentir tanto"; que era más seguro "pensar y tener buenas razones". Esta es mi herida fundamental: la separación de mi ser emocional de mi ser racional, con rótulos de "malo" y "bueno" respectivamente.
Y ¿por qué debo hacer este duelo ahora? Porque no quiero repetir los mismos errores, porque me duele sentirme dividida, porque anhelo mi Integridad y Completitud. Porque esta ruptura me ha causado mucho dolor y también he causado mucho dolor a otros. Porque soy esencialmente emocional y negar mis emociones me cuesta mucha energía. Porque creo que la enfermedad auto-inmune que sufro tiene su origen en esta separación: es una enfermedad que "seca"... y las emociones humectan, son la vida... Porque ahora me doy cuenta de que este es mi gran aprendizaje...
Ser íntegra requiere mucho coraje, es más fácil ser inteligente y tener buenas razones para no hacer ni decir lo que está en mi corazón y para no escuchar lo que está en el corazón de aquellos a quienes amo. Esta es la paradoja: soy muy buena para conectarme emocionalmente con mis clientes y con mis estudiantes; me conmuevo honestamente y puedo llegar al corazón de las personas. Esta es mi bendición... Pero el gran reto está en bendecirte a ti mismo, en llevar tus dones a tu casa, a tu pareja, a tus hijos, a las personas con quienes convives y co-protagonisas la vida.
Vivir "con todo el corazón" -wholeheartedly- es mi anhelo; por eso decidí convertirlo en una intención, o sea, sumarle la voluntad, el compromiso y la acción al anhelo. Contar mi historia y ser dueña de mis decisiones y sus consecuencias es mi primer paso. De esto se trata el Taller de Duelo para mí.
Pérdidas, fallas, fracasos, historias inconclusas, parálisis, heridas aún abiertas... Contar para comprender, completar, sanar y crear un futuro diferente, a esto te invito.
Un abrazo desde mi corazón --territorio en exploración--,
Carolina.
Ggrrrrrr no me gusta mucho este pedacito... Claro, ahora entiendo que en las historias de amor no hay "buenos" ni "malos", sino que todos llegamos con "contabilidades afectivas" desbalanceadas, uno que otro fraude, algunos recursos perdidos o desviados y con saldos en rojo. También, con la esperanza de que sea esta persona, esta de ahora, la que ponga en orden y a paz y salvo toda mi historia relacional... Y... No pasa.
A esto me refiero con "pasar factura". Lo hacemos inconscientemente, sin duda, lo que no disminuye el dolor que causamos y que nos causan. Porque resulta que yo te pido, por ejemplo, que pongas la mesa cuando estamos en el paseo familiar... Y eso te da rabia... ¿? Yo no entiendo que pasó... Resulta que tú odias que te "pongan tarea" porque eso hacía tu mamá o tu papá... Pero yo estoy pidiendo ayuda, nada más. Entonces dejo de pedir tu ayuda porque no quiero lidiar con tu rabia, porque yo, que tenía un papá rabioso, no sé qué hacer con eso... Lo que te deben y lo que me deben se convierten ahora en tus deudas y mis deudas mutuas... Y seguimos sumando al saldo en rojo.
Para poder comenzar historias de amor realmente nuevas o para sanar y renovar las que tenemos, necesitamos saldar nuestras deudas con quienes nos quedaron debiendo y con aquellos a quienes quedamos debiendo: a esto se le llama "perdonar" y es el objetivo de un proceso de duelo. Sin perdonar ni perdonarte no existe el espacio para lo nuevo, la vida se convierte en un eterno retorno del y al pasado. Perdonar es comprender que todo aquello que genera dolor proviene de un error en la percepción, de una creencia falsa, y que todos tenemos un sistema equivocado de creencias.
Todo comienza con una disposición, con la voluntad de encontrar otra manera. A veces, hacer el duelo y perdonar es lo que necesitamos para dejar una situación o una relación en la que no somos felices; el duelo y el perdón son la condición previa para decir adiós desde el amor, no desde el miedo. Yo lo vivo así. En el espíritu el tiempo y el espacio no existen, por eso hoy puedes hacerle duelo a historias antiguas, a personas que están lejos, a deudas que traes de otras generaciones...
Te invito a aprender a crear una vida nueva y a ponerte a paz y salvo contigo, con otros y con la Vida.
Un abrazo con todo mi amor,
Carolina.
Así que sólo cuando admito que algo me duele y escucho la necesidad de la que ese dolor me advierte, puedo hacer algo para transformar esa emoción en otra. El dolor es un mensajero que dejamos parado en la puerta de nuestras vidas hasta que su insistencia nos vence. Sin embargo, muchas veces elegimos no dejarlo entrar: trabajamos más, hacemos más, comemos más, bebemos más, vemos más televisión, permanecemos más tiempo en las redes (interesante: las redes nos atrapan...), más, más, más de todo parece ser nuestra opción para no dejarle espacio al dolor. Como si al llenar la vida de más y más garantizáramos que no quede espacio.
Quizás entonces se trata de poner el "menos" en nuestros criterios de elección... ¿Por qué? Porque el dolor no escuchado se convierte en desequilibrio: físico, mental, emocional y espiritual. Aunque somos expertos en agarrarnos de lo que sea para no ceder ante el evidente desequilibrio, tarde o temprano, caemos.
¿Para qué? Para restablecer el equilibrio. A la medianoche había silencio, sólo oía la respiración de mi perro. Entonces pude escuchar mi necesidad de "menos"... ¿Qué puedo restarle a mi lista de tareas? ¿Qué puedo pedir que otros hagan? ¿Qué puedo hacer después? Mmmmm... ¿Qué necesito para sentirme tranquila? Pude cerrar los ojos y escucharme. El agotamiento se fue; ya había dado su mensaje. Desperté aliviada, es decir, liviana... Claro, quisiera dormir otro rato, pero este cansancio es distinto del agotamiento: cuando algo se agota significa que ya no hay más, que están los restos; y cuando me siento agotada, hago y hago con los restos de energía, de creatividad, de conexión, de habilidad... Por eso me demoro más, cometo errores, no veo cosas, no estoy presente...
¿Cómo? Crear espacio para el dolor implica "sacar" otras cosas de la casa; sí, "menos" es la palabra clave. Menos de aquello que llena de ruido y frenética actividad la vida, de lo que nos distrae de nosotros mismos... Así tendrá espacio el dolor (y las necesidades que nos quiere mostrar) de los otros, de los seres que amamos. Podrá tener espacio el silencio, la conexión, la escucha, la contención: el cuidado. El auto-cuidado y el cuidado de los otros. Restablecer el equilibrio, nutrir el cuerpo, la mente, el corazón y el espíritu...
El dolor es nuestro aliado aunque la cultura en la que vivimos se empeñe en decirnos que es el enemigo...
Un abrazo amoroso,
Carolina.
Entonces yo creo que todas las personas con quienes nos relacionamos son necesarias. Y como a veces nos cuesta tanto reconocer la verdad, pues necesitamos varias relaciones que nos den la oportunidad de hacerlo...
Mi papá, por ejemplo, tenía fama de "bravo", siempre parecía de mal genio, nunca sonreía en las fotos... Al rededor suyo tocaba "andar con cuidado", como en un campo minado... Y yo era "la niña de sus ojos", a mí nunca me pegó, ni me regañó siquiera. Así que, aunque nunca tuve la experiencia de su ira, la temía igual que todos en mi familia... Todas las noches me mandaban a llevarle la comida y a estarme con él; era como ser la doncella que apacigua al monstruo y cada noche debe realizar el sacrificio... (Muchos años después, tuve la fortuna de conocer otra versión de mi papá, su verdadera esencia... aunque el aprendizaje sobre quiénes eran los hombres y cómo yo debía comportarme con ellos ya estaba instalado en mí.)
El miedo, el silencio, el sacrificio y la soledad eran algunos de los ingredientes de mi receta relacional... Y encontré a quienes podían ayudarme a sanar, o sea, a quienes podían recrear conmigo esa trama. Eran versiones distintas -nunca estuve con hombres físicamente violentos, porque esa no era mi herida- y las historias también se construían de acuerdo con la edad y el entorno; pero el miedo, el silencio, el sacrificio y la soledad se mezclaban siempre con otros ingredientes que, incluso, disimulaban los sabores, olores y texturas de esos ingredientes esenciales...
Encontrar los ingredientes esenciales de tu trama relacional es el primer paso para poderlos sacar de tus nuevas recetas, así como agradecer y perdonar a quienes representaron contigo variaciones de esa trama original es el siguiente paso. Agradecerte y perdonarte también... A veces tenemos que llegar a un límite, a veces tienen que pasar otras cosas para que digamos: "No quiero más de esto en mi vida, debe haber otra manera" para que el alma comprenda que ya se cumplió el aprendizaje y pase al siguiente "nivel" de posibilidades...
Si sientes esa inquietud del "ya no quiero más esto en mi vida, debe haber otra manera", es tiempo de aprender y sanar conscientemente, es tiempo hacerle el duelo a esas historias y de prepararte para amar...
Un abrazo amoroso,
Carolina.