Relacionarnos amorosamente con otro, implica considerar no sólo mis necesidades, gustos y deseos, sino también los de ese otro (a veces pueden ser los mismos, a veces no...).
El otro es una variable más en la ecuación y ambos necesitamos aprender a conocernos (yo soy el otro en la ecuación de mi pareja) y a saber qué podemos generar juntos. En esto radica la riqueza de la relación.
¿A qué parte de nosotros le incomoda esto? Pues a esa parte nuestra que se resiste a cambiar, a aprender, a dejar de ser centro (o a compartir el centro). A esa parte de nosotros que insiste en que el otro debe adaptarse a nosotros si en verdad nos ama, pero omite la segunda parte de ese razonamiento...
Enamorarse es fácil; amar, no. Podría ser fácil si nos dispusiéramos con entusiasmo a aprender, si estuviéramos dispuestos a reconocer nuestras "zonas grises" frente a nuestra pareja, si quisiéramos y nos comprometiéramos con ello...
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Un abrazo y hasta la próxima.
Carolina.