Sólo he perdido una amiga y fue por algo que yo hice y de lo que nunca me atreví a hablar. Tatiana y yo nos hicimos amigas haciendo un mapa de Antioquia para la clase de geografía, estábamos en primero de bachillerato. Ella era una súper deportista, tenía una risa ruidosa y contagiosa, pecas y maravilloso sentido del humor. Fuimos inseparables durante 5 años; luego pasó algo que todavía no termino de comprender: luego de ser un duo por años, llegó otra amiga, Sandra, y fuimos un trio... hasta que Sandra se "cuadró" con mi ex novio y, bueno, Tatiana y Sandra fueron un duo. Cuando entramos a sexto de bachillerato, perdí a mi amiga y navegué ese último año de colegio con amigos circunstanciales, por decirlo de alguna manera. Al final del año, Tatiana iba perdiendo Cálculo, yo era buena en matemáticas, ella me pidió ayuda: nos volvieron a unir 100 ecuaciones...
Muchos años después, yo le conté a otra amiga una situación difícil por la que Tatiana estaba atravesando, rompí nuestro pacto de confidencialidad y ella se enteró en el entierro de mi Nana porque mi otra amiga, sin prevenciones ni mala intención, le preguntó cómo estaba con respecto a aquella situación. No era el momento, supongo, para hacerme un reclamo, aunque sí me preguntó visiblemente molesta por qué había contado algo confidencial. Nunca volvimos a hablar de eso y, poco a poco, la relación fue distanciándose. Hace 4 años que no nos vemos ni siquiera para celebrar los cumpleaños, una práctica que mantuvimos durante más de 15 años de amistad.
Lamento profundamente mi error porque mi amor por ella sigue intacto y la extraño. Aprendí sin duda que mis amigas son un regalo que la vida me ha dado y que es mi misión cuidarlas, cuidar como en inglés "care", porque me importan. Al escribir esto, siento nostalgia y también creo que puedo hacer algo diferente ahora. No era consciente de cuánto me cuesta pedir perdón. Aaaaagggg... siento una punzada en el estómago. Pero de esto se trata también este ejercicio confesional.