Hace 20 años viajé con mi papá a la Florida y a México; nunca había escuchado a mi papá reírse, tampoco conocía muchas de las historias que me contó en esos días, mucho menos sabía yo de sus temores ni de sus sueños. Durante esos 45 días re-conocí a mi papá como una persona completamente distinta, una persona que me resultó más "amable" quizás porque era mucho más que mi papá o el esposo de mi mamá. Mi papá se permitió actuar distinto cuando se sintió libre de la mirada del círculo social donde él ya tenía una identidad definida, un rol que desempeñar.
Y esto ¿qué tiene que ver con Ana Karenina? Pues que nuestras maneras de relacionarnos, de valorar y de expresar las emociones pueden estar sometidas a la censura social sin que nos demos cuenta. La censura social no es sólo "el castigo", sino la prescripción de lo que está bien o mal: la censura social pone los cauces de nuestro fluir afectivo.
Hoy en Tenemos que hablar... Ciclo Amores de Novela 3. Ana Karenina y la censura social.
Ahora es tu turno, recuerda que no hay aprendizaje sin acción.Reflexiona: ¿Qué ideas tienes acerca de cómo es "una buena relación"? ¿De que formas juzgas las relaciones de los otros (semejantes a ti, como tus amig@s o parientes? ¿Qué te impiden hacer, sentir o expresar estas ideas? ¿Qué posibilidades se abrirían para ti si no tuvieras esos "debería" en tu cabeza?
Gracias por ver, por leer, por reflexionar y por estar dispuest@ a aprender. Gracias también por ayudarme a extender esta conversación invitando a tus amigos a entrar en www.carolinaalonsoc.com
Un abrazo,
Carolina.