Antes, durante y después... Sí, trabajamos en nuestras relaciones siempre. ¿Cómo? esa es la pregunta interesante

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​Cuando pienso en mi experiencia relacional y también en las experiencias de muchas otras personas a quienes he acompañado en mis talleres y en coaching, me doy cuenta de que la mayoría de nosotros ha cometido un error fundamental: pensamos en "trabajar en la relación" cuando hemos llegado a un límite, cuando estamos en medio de la "crisis". Entonces confundimos el proceso de resolver la crisis con el trabajo en la relación... Es como con la salud, en general no cuidamos la salud, sino que tratamos la enfermedad cuando los síntomas ya nos lo exigen. Cuando los síntomas disminuyen su intensidad y creemos estar sanos, volvemos a las prácticas de siempre.

Trabajar en nuestras relaciones... comencemos por aclarar qué significa eso. Según la física mecánica "se dice que una fuerza realiza trabajo cuando altera el estado de movimiento de un cuerpo. El trabajo de la fuerza sobre ese cuerpo será equivalente a la energía necesaria para desplazarlo de manera acelerada". Así que trabajar significa alterar el movimiento... Las relaciones tienen un movimiento previsible, según quienes las conforman y, también, según el momento de la relación y las circunstancias que las rodean. Estamos convencidos de que es "natural" que las relaciones entren en la monotonía, que nos distanciemos, que la frecuencia de los encuentros sexuales y su intensidad disminuyan... "Así son las cosas" nos decimos, aunque deseemos que sean diferentes. Y es posible que el "movimiento natural" de las relaciones sea ese. Por eso es necesario imprimir una fuerza, usar energía para desplazarlo en la dirección deseada; es decir, trabajar.

Antes, el trabajo tiene que ver conmigo: cómo me relaciono, cuáles son mis creencias y patrones, qué puedo aprender de lo vivido hasta ahora, qué historias tengo que completar, qué heridas necesito sanar... Todo esto lo hago para no llegar a una nueva relación a cometer los mismos errores, a pasarle la factura a esta persona por todo lo que otros me quedaron debiendo, para llegar llena de amor y con una vida feliz para compartir con alguien sin esperar que me dé su amor ni que me haga feliz!! Esto es lo que significa "prepararse para amar".  

Cuando estaba escribiendo el libro "Preparándote para amar", a comienzos del 2015, me di cuenta de que todo lo que escribía era lo que necesitaba aprender... Fue un proceso intenso de sanación y escritura simultáneas. También sé que este trabajo no cesa nunca, como no paramos de cuidar nuestra salud. Es el fundamento: mi amorosa relación conmigo misma y con mi vida es la base sobre la cual puedo construir mis otras relaciones, si la base es débil, será muy difícil crear relaciones sólidas.

Durante, el trabajo es compartido: cuál es nuestro propósito, cómo nos comunicamos, cuáles son nuestros acuerdos y cuáles son nuestros indicadores, cómo respondemos a los cambios... Sí, puro trabajo en equipo. Esta parte del trabajo requiere la disposición y el compromiso de los dos, así como su coraje porque estas conversaciones son territorio de absoluta vulnerabilidad. Claro, también tenemos que aprender, porque los modelos de relación de los cuales aprendimos a relacionarnos son muy distintos de estas relaciones nuevas que anhelamos co-crear.

Después, el trabajo es individual y compartido a la vez: las historias pueden terminar por muchas razones y necesitamos prepararnos también para esta posibilidad. Si hemos hecho el trabajo del antes y del durante es posible que decir "adiós" amorosamente sea más sencillo. Juntos podemos crear un contenedor de comprensión y amor para acompañarnos en la separación. Luego cada uno tendrá que hacer el duelo para integrar la historia y sus aprendizajes en su propia aventura de vida, para honrar el camino compartido y atesorar la forma como el amor que somos se expresó en esa relación única.

En fin, la vida es un viaje de aprendizaje y las relaciones (todas ellas) son viajes de aprendizaje compartido: esta es la aventura de vivir, esta es la aventura amorosa...

Un abrazo,
Carolina.


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