Para las mujeres, la independencia está asociada a no depender económicamente de un hombre porque creímos que esa fue la razón por la cual algunas de nuestras madres y abuelas debieron "aguantarse". Para los hombres, la independencia está asociada a que nadie les diga qué hacer, porque algunos de nuestros padres y abuelos se sintieron "presos" por las responsabilidades o "sometidos" por familias o jefes demandantes y vivieron frustrados. Bueno, pues la falta de independencia no es la razón ni del aguante ni de la frustración.
Nuestra cultura no defiende la Autonomía, porque es peligrosa para el sistema. Y es en la falta de autonomía donde se origina la amargura de padres y madres. La autonomía requiere nuestro esfuerzo, es, en verdad una búsqueda, un aprendizaje permanente en nuestra vida... Es ese el verdadero tesoro de nuestras aventuras amorosas (de cualquier aventura de aprendizaje compartida con otro o con otros).
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Ahora es tu turno; recuerda que no hay aprendizaje sin acción.
Piensa en algunas personas de quienes dependas, distingue con cuáles relaciones de dependencia te sientes cómodo y con cuáles no.
¿Qué crees que pierdes o "sacrificas" por esa dependencia incómoda?
Pregúntate: ¿Es realmente cierto que debo perder o sacrificar esto?
Si tu respuesta honesta es No, sonríe; ya tienes una llave para relacionarte más tranquilamente.
Si tu respuesta es Sí, piensa si esa es una condición explícita o si tú la asumes; piensa si lo que ganan los dos en la relación es más valioso que eso que temes perder... Comprender el sentido de algo, te ayuda a aceptarlo y a estar en paz.
Deja tu comentario aquí, en verdad me interesa saber de ti y de lo que te pasa; así construimos y extendemos juntos esta amorosa conversación.
Gracias desde mi corazón por leer y por compartir.
Carolina.