¿De dónde viene nuestro miedo al compromiso y cómo transformarlo en confianza?

¿Por qué es tan difícil conseguir  o tener una “relación de verdad”?
 Porque tenemos una idea extraña sobre lo que es una “relación de verdad” que hace que no la deseemos en serio y, además, mandamos un mensaje contradictorio porque decir que queremos tener una relación formal suena mal…

Desarrollo: ¿qué ideas vienen a tu mente cuando piensas en “noviazgo” y/o “matrimonio”? Algunas pueden ser responsabilidad, monotonía, pérdida de pasión y de libertad, relaciones familiares difíciles, sacrificio… Y claro, pueden aparecer otras como seguridad, vínculo, cuidado, construcción, compañía… Sin embargo, las historias que vemos y escuchamos tienden más a reforzar las primeras. Así que anhelamos las del segundo grupo y tememos las del primero; infortunadamente pesa más el miedo que el anhelo. En esa medida, no “deseamos en serio” una relación que asociamos al aburrimiento, al deber y a la renuncia. 

Por otra parte, si eres una mujer con educación universitaria, independiente en términos económicos, con una vida social activa, hay dos cosas que no puedes decir que deseas: 1. Un noviazgo como antesala al matrimonio. 2. Dedicarte a educar a tus hijos y a cuidar de tu casa. Declarar estos dos deseos parece un gesto anticuado, desesperado, un retroceso, un desperdicio; en síntesis: una estupidez.

Porque vivimos en un mundo que obliga a elegir entre extremos aparentemente irreconciliables: esto o lo otro. No puedes anhelar una vida profesional satisfactoria y pretender un matrimonio satisfactorio también. Hombres y mujeres creemos que la libertad y los vínculos no pueden coexistir; que la responsabilidad y la diversión no pueden ser dos ingredientes de la misma receta; que la pasión y los hábitos son como el agua y el aceite… 

El dolor radica en que sí anhelamos el cuidado, la compañía, los vínculos, pero decirlo y comprometernos con crearlos sería claudicar, sería condenarnos a repetir las historias de nuestros padres o esas que escuchamos llenas de cansancio y sufrimiento. 

Por eso necesitamos aprender a crear relaciones nuevas, a cambiar nuestras creencias para dejar de pensar “esto o lo otro” y hallar las formas para que nuestras relaciones de verdad sean “esto y lo otro”.

De esto y otras cosas, conversamos en este video que hicimos con Fucsia.com 
Te invito a verlo!! Claro, también te invito a realizar la práctica que te propongo... Haz clic en la imagen o en "Video en Fucsia".

Un abrazo con todo mi amor,
Carolina.
                            Video en Fucsia

Ahora es tu turno, recuerda que no hay aprendizaje sin acción. 

  1. Descubre tu “diccionario relacional”: durante una semana, escribe las distintas definiciones que tienes o que están en tus círculos sociales (trabajo, amigos, familia, medios y redes). A veces aparecen filtradas en chistes, en la forma como juzgamos lo que a otros les pasa, en los argumentos de los programas que vemos… Completa las frases: El noviazgo es…. El matrimonio es…. con esas definiciones.
  2. Quítale argumentos a tu miedo: formula la definición contraria para cada una de las que escribiste y busca historias personales o no, que comprueben esta otra definición. Observa qué sientes al hacer este ejercicio.
  3. Integra: escribe las dos definiciones unidas por una “y”. Lee en voz alta estas definiciones dobles y date cuenta de lo que pasa en tu mente y en tus emociones frente a esta tercera vía. Ejemplo: El matrimonio es aburrido y es emocionante.

Nota: puedes hacer un diccionario más completo, definiendo soltería, maternidad, sexo, amor… Esta práctica te ayudará a identificar las creencias desde las cuales reaccionas y te relacionas.

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