"Deja de juzgar"... ¡cómo si fuera fácil! Hoy tenemos que hablar sobre por qué y cómo dejar de juzgar

Estoy pensando en el poder de las palabras. Ayer vi una hermosa película, Palabras e imágenes, en la que un escritor y una artista se encontraban dando clases en un colegio y se creaba un intenso debate sobre qué lenguaje era más poderoso, el verbal o el visual... (Claro, había un igualmente intenso proceso de estos dos personajes por ponerse en paz con la vida que tenían, pero eso sería tema de otro blog).

Los dos son muy, muy poderosos tanto para crear belleza, bondad y verdad, como para destruir, reducir, dañar.  Hoy quiero habitar en la reflexión sobre el poder destructivo.

"Deja de juzgar": esta instrucción está presente en todas las prácticas religiosas y espirituales. Siempre llegamos allí: necesitamos dejar de juzgar.

¿POR QUÉ?

La habilidad de juzgar nos permite tomar decisiones, así que parece necesaria para vivir; desde la mejor ruta para llegar al trabajo hasta qué alimentos tomamos o cuál es la mejor manera de invertir nuestro dinero... Estos juicios son necesarios y si fortalecemos nuestra habilidad de juzgar con fundamento, sin duda tomaremos mejores decisiones. No creo que la instrucción "Deja de juzgar" se refiera a este tipo de juicios... 

Creo que se refiere a los juicios que hacemos de nosotros mismos, de los otros, de las experiencias o circunstancias con la intención de silenciar, ocultar, disimular, evadir nuestro miedo. 

En Un curso en milagros sólo se habla de 2 emociones: el amor y el miedo. Del miedo se derivan la rabia, la tristeza, la impotencia, la incertidumbre, la desconfianza... Y no sabemos hablar de nuestro miedo, nos avergüenza.  ¿De dónde surge la vergüenza de sentir miedo? Creo que la respuesta tendría que considerar múltiples caras, así que elijo una, sólo una ahora. 

Dos modelos: el caballero y la dama. Modelos de heroísmo para hombres y mujeres que se fundan en la valentía y la perfección, respectivamente. Tanto en la idea de valentía como en la de perfección, el objetivo es que no se note el miedo: los hombres actúan como si no lo sintieran y así controlan a sus enemigos y las circunstancias; las mujeres actúan como si no lo sintieran y así controlan su apariencia y las circunstancias. 

Y como el miedo debe ocultarse, disimularse, silenciarse o evadirse lo que hacemos, entre muchas otras cosas, es juzgar: juzgarnos, juzgar a otros y juzgar la vida. Estos juicios quieren reducirlo todo, volver la compleja realidad algo manejable, algo que podamos controlar. 

Entonces cuando digo de mí: "soy muy indisciplinada", lo hago para ocultar el miedo que siento por no lograr terminar ese proyecto y que las personas con quienes trabajo me hagan reclamos y yo me sienta culpable... Puedo decir también: "es que fulanita es incompetente" o "este trabajo es inútil".... o cualquier otro juicio que me ayude a ocultar mi miedo y a reducir la complejidad de la situación a un tamaño que yo pueda controlar. 

Cuando se trata de los juicios sobre otras personas, silenciar los propios miedos y no querer reconocer los miedos que pueden mover al otro es mi objetivo principal. Cualquier cosa antes que entrar en una conversación profunda sobre lo que nos pasa, cualquier cosa antes que admitir nuestra vulnerabilidad frente a nosotros mismos o frente a otros.  

¿CÓMO?

Darme permiso para aceptar mis miedos ha sido una de las acciones más poderosas y sanadoras que he aprendido en los últimos tiempos.  Te invito a hacer el ejercicio. Date cuenta de si disminuye tu necesidad de emitir juicios después de darte permiso de aceptar tus miedos.

Ahora es tu turno, recuerda que no hay aprendizaje sin acción:

  1.  Identifica una situación que te esté quitando la paz, en cualquier dominio de tu vida.
  2.  Escribe lo que piensas de la situación, de los involucrados, incluso de ti misma/o.
  3.  Escribe en un post-it: "Permiso para: aceptar mis miedos."  Y pégalo frente a ti. 
  4.  Respira profundamente tres veces leyendo el permiso que acabas de darte.
  5.  Escribe cuáles son tus temores, todos ellos, incluso los que te parezcan exagerados o ridículos. Escríbelos todos...
  6. Pide guía sobre tus acciones siguientes para recuperar tu paz en esa situación.

Después de hacer este ejercicio, observa si tu necesidad de juzgar disminuye... Yo creo que lo hará.

Un abrazo enorme,
Carolina.

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